jueves, 11 de julio de 2013

La samba es de ellos, pero el vino nuestro.

Dicen que las despedidas siempre son tristes; que partir es morir un poco y no se que otra sarta de estupideces. Cuando uno esta de viaje por trabajo, la despedida es 100% ganancia porque se vuelve a su país, su cultura, su casa, los suyos y, por sobre todo, a su Cava, para revisar que no se hayan tomado nada que no corresponda y empezar a pensar con que se llenan esos huecos que quedan por ahí y tanto lastiman al ojo y el alma.

Pero claro, hay que mostrar un lado humano y vamos a ponernos un poco sensibles, melancólicos y hasta egocéntricos. Porque vamos a hablar de los vinos que quedaron fuera hasta ahora, algunos porque el restaurante era tan malo que no me dan ganas ni de criticarlo y otros porque el restaurante era tan bueno que volví a caer en sus garras, pero ya había escrito sobre él y eso es periódico de ayer, como versa una canción centroamericana que no conozco pero sé que existe.

Una de las noches que salí a comer, y en esa oportunidad lo hice realmente bien porque repetí en Le Pré Catelan, comencé a pelearme con la carta de vinos. La feroz lucha era entre los nombres que me gustaban y los precios que me lo prohibían. En eso, el Sommelier se me acerca y comenzamos a debatir sobre que quería pero cuanto podía, hasta que en un ataque de sensatez me pregunto que plato iba a pedir; la cara del cristiano se congelo cuando la respuesta fue: "eso no importa", a lo que respondió sin dejarme pensar: "entonces risotto de frutos de mar".

Se irguió, me miro y me dijo: "Un blend Argentino que es complejo y nació para este plato, un vino de la bodega O'Fournier". Me emocione.
Hace muchos años atrás, fui a filmar a la bodega Fournier para hacer una historia sobre inversión extranjera en la Argentina durante tres días. No hace falta que cuente lo bien que la pase, tome como un loco y me comí todo lo que Nadia (@NadiaFO) ponía en el plato; pero el cuento va por otro lado.
En esa época el vino me gustaba mucho y lo tomaba de poco valor económico, pero lo que realmente importa es el termino RICO; el vino era rico, estaba bueno.
El ultimo día de filmación, después de haber grabado todo lo que se movía y lo que no también, estaba haciendo las ultimas imágenes en la cava vidriada mientras un grupo de turistas ingresaba para hacer degustaciones; en ese momento José Manuel Ortega, el dueño de la bodega, se me acerco con la mejor intención y me pregunto con su Españolísimo acento Español "y, que te a parecido?"
Mi respuesta fue un simple y patética: "esta muy bien, son RICOS". El señor Ortega me miro de una manera que no podía creer lo que escuchaba, "¿pero cómo, no te han gustado?"; yo intente explicarle que si me gustaban pero de vinos no entendía nada, a lo que él seguía sin entrar en razones que yo era un pedorro camarógrafo que realmente no entendía nada y ya me estaba molestando que este gallego (con el más puro respeto) me estuviera saltando sobre la cabeza para que yo dijera algo que lo calmara y realmente no me interesaba hacerlo porque no sabia que pasaba, sus vinos eran RICOS, ni más, ni menos.
En un momento se metió dentro de la cava, recuerdo un cuadro precolombino que colgaba entre las botellas que me encantaba y salió con dos copas en una mano y una botella en la otra. Descorchó, sirvió, me entregó una copa y comenzó a revolear el vino dentro de la suya mientras me decía: "siente, siente la nariz, como juega la fruta madura, siente esa vainilla". Para ese momento yo hacia lo que me decía sin poder dejar de pensar "gallego de mierda dejame filmar en paz que me quiero ir" (José Manuel, si lees esto sabé que te respeto como a pocas personas, pero es la verdad de lo que paso por mi cabeza en ese momento, sabrás perdonar).
En un momento seguí la orden de tomar y tomé. Justo ahí, el gallego me cagó la vida; descubrí que la boca tenia papilas gustativas que no sabía que existían y, por sobre todo, descubrí el vino. Ese delincuente me había dado a probar un Acrux 2002 que me marco hasta el día de hoy; ese día me enamoré del vino.
Este Bcux recomendado por el sommelier y que realmente había nacido para ese risotto de frutos de mar es mi pequeño homenaje al señor José Manuel Ortega que sin darse cuenta me enseño a tomar y me cagó la vida haciéndome un Talibán de la bebida nacional.


También existió un Cabernet / Syrah Australiano, producido por Bremerton en el 2007 llamado Matilda Plains que se llevo un 84 y, creo yo, lo agarre justo en el nacer de su decadencia.

Acompaño unas cintas con Ragú de cordero que no estaban nada mal, pero la atención en Mio Restaurante fue tan mala, que no vale la pena profundizar más.

El ultimo fue un Beringer 2009 producido por Founders Estate. Un zinfandel que me sorprendió y gusto mucho. Buen cuerpo, duro, potente, especiado, una prueba mas que los vinos Californianos me gustan.

Nos fuimos del mundo Carioca; Río de Janeiro quedo atrás y el país / continente seguirá trabajando, espero, para volver a sorprendernos en nuestro próximo viaje.
Por ahora, deberán conformarse con  nuestros vinos y la visita de Francisco.

Dios Toma Malbec
Juan mayou (@juanmayou)

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