jueves, 22 de agosto de 2013

Central Cevichería, de Bogota con amor

En plena zona rosa de la capital Colombiana, se encuentra la Central Cevichería; un restaurante a 2600 metros sobre el nivel del mar, que, si Neptuno o Poseidón (Romanos y Griegos dirimirán la deidad) tuvieran antojo de pescados y mariscos, seguramente harían una reserva para esta noche.
Armado con buen gusto y simpleza en una casona de madera, se auto denominan como "Una cevichería de raíces populares, de pescado fresco y de cócteles de camarón que se condimentan con limón y se complementa con un poco de ron"
Llegar a un lugar donde al cliente lo atienden de buena manera, con buen trato y con una sonrisa permanente, siempre es agradable y este es uno de los puntos fuertes del lugar.
A eso hay que sumar la ambientación, iluminación y un fondo de música del caribe que acompaña pero no molesta.
De la carta de vinos poco me quedo en la memoria, porque eran todos viejos conocidos de gama barata y media; por tal motivo me decidí a elegir un Malbec del Valle de Uco, para mí, desconocido hasta ese momento. De la bodega O'Fournier, llego este Urban que me desoriento desde un principio por figurar con V en la carta. Buen compañero de la noche, se llevo maravillosamente con los frutos de mar que llegaron a continuación. No sé realmente el precio al público que este Malbec tiene en Buenos Aires, pero Colombia comete el mismo grave error de exagerar el sobreprecio en las mesas de los restaurantes para con la bebida nacional de los Argentinos. Si bien este es un buen vino, no vale lo que lo pague y eso dio, como consecuencia, que no existiera una segunda botella.

Las entradas fueron dos: un Tiradito Pescado Caribe que era muy rico y fresco con un centro de Maduro almibarado que le daba un gran toque final. Cuando digo Maduro me refiero al tipo de banana, no al presidente de Venezuela; caníbal todavía no soy. Y un Ceviche al aguacate que era realmente delicioso y poco común, porque de apariencia se asemejaba a un guacamole Mexicano (hasta nachos tenía) con pescado y camarones.
Faltando aun probar los platos fuertes, ya tenía esa buena sensación de que no solo la cocina Peruana tiene esa magia en la gastronomía marina.
Los platos llegaron con el tiempo justo para hacerse desear y disfrutar.

El ganador de la noche fue un Salteado de Mariscos que me gusto tanto que, de haber estado en una casa, repetía el plato. Fresco, cremoso, en su punto y condimentado a la perfección fue una obra de arte.

El Arroz con Mariscos también estaba muy bien; porción de razonable cuantía por cantidad y calidad; ademas de que no estar compuesta por solo arroz.
Una opción muy buena y con una divertida presentación, ya que viene en la sartén de hierro donde ha sido preparado el plato.
Mucho más simple, pero no por eso de menor calidad, el Pargo a la parrilla con Champiñones al ajillo cerro una noche de gran calidad culinaria.

La cuenta no resultó barata, pero considerando lo bien que se come, lo agradable que es el lugar y que se encuentra en el medio de la Zona de moda Bogotana, realmente vale la pena.

Dios Toma Malbec
Juan mayou (@juanmayou)

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