viernes, 23 de mayo de 2014

Caracas a las brasas


Hay países que invitan a ser conocidos por su historia, otros por su grandeza arquitectónica, también los hay que nos llaman a través de la cultura y los que enamoran por su gastronomía. Están estos y los que lo reúnen todo en uno. Pero también están los que "no" e igual hay que ir y lograr comer.
Mientras Caracas se desmorona lentamente entre conspiraciones y represiones dignas de la edad media, el arte de comer y beber se torna una difícil tarea.
Los buenos restaurantes de la capital Venezolana tienen, con estos tiempos revolucionarios de Maduro y sus cambios sociales, dos fuertes problemas para los comensales.
 La escases, que se convierte en un gran enemigo del hambriento cliente, que después del cuarto o quinto “no hay” se digna a simplemente preguntar que es lo que se puede comer y el miedo a la violencia que nos lleva al horario de los Estados Unidos; es decir, a las ocho de la noche están todos bajando las persianas y tu estomago Argentino empieza a odiar a todos y todas.
 
En medio de los gases lacrimógenos, las piedras, las balas de goma y las de verdad, apareció por recomendación un restaurante llamado “Carne y vino”.
Como buen Argentino soberbio y prejuicioso de la llamada “carne” fuera de casa, solo me deje tentar por el “vino”. Después de cuatro frustrados intentos por ir (siempre estaba cerrado cuando llegaba) me digne a llamar y ROGAR por que me esperaran abiertos hasta un horario digno como, por ejemplo, las nueve de la noche.
Tras pasar a unos señores de seguridad y un simpático detector de metales, me encontré con el recibimiento de una muy buena cava, tanto en cantidad como en calidad. A primera vista, los vinos Argentinos eran los amos y señores, lo que me cambio el humor. 
Me encontré con un restaurante muy bien puesto, súper agradable y de excelente atención. Con un Sommelier que sabe de verdad y padece la realidad. Debido a la inflación (de eso nosotros conocemos bastante), los precios de los vinos cambian casi a diario, por lo cual hay que revisar cada etiqueta con la lista del importador.
Como Venezuela tiene varios tipos de cambio (……) el ser extranjero con dólares en la mano y acceso al mercado negro es una gran ventaja, uno tiene la posibilidad de tomar buenos tintos Argentinos a precios muy razonables, incluso, en algunos casos, más barato que en nuestro país.
Ventaja para ese momento, porque para el mercado del vino es nefasto. Si tomamos en cuenta el tipo de cambio al que yo pague (hoy es mucho mas grande la brecha), una botella de vino por la que desembolse U$S 20 con el cambio en negro, para un Venezolano son, o eran, U$S 150 por el cambio oficial. Eso va a significar la destrucción de un mercado muy interesante, ya que a los Venezolanos el vino les gusta y solían saber gastar en él.
La carne fue llegando y debo admitir que la calidad es realmente muy buena. 
Con variedad en cortes y estilos, mi sorpresa fue creciendo al punto que termine adoptando a este restaurante como una referencia de Caracas. No solo las carnes a la parrilla valen la pena, probé un lomo al café que estaba particularmente genial.
Si bien tienen otros platos además de la carne, creo que es un desperdicio pedirlos en este lugar. Los cortes de “carne Argentina” no estaban disponibles, pero no se hicieron extrañar.
Todo fue acompañado por varios “Catena Alta”, tanto Malbec como Cabernet Sauvignon y cuando estos se acabaron, pasamos a ajusticiar y agotar los “Catena” Malbec. Debo aclarar que no estaba solo y fuimos varios días; no sea cosa que piensen mal de mi.
A pesar de que todos ponderaron la calidad de los postres, nunca llegamos a probarlos. La cava y sus maravillosos vinos siempre nos lo impidieron.
Las cuentas son de números exorbitantes y el pago es impactante; no a precio dólar, pero los Bolívares, hoy, hacen mucho bulto. 
Dios Toma Malbec
Juan mayou (@juanmayou)

La bebida nacional


El vino es la bebida nacional y una de las pasiones, tan irracionales como únicas, que los Argentinos tenemos.
Si bien, el mejor vino es el vino que te gusta, y a eso le agregamos un poco de esencia futbolera que nos convierte en hinchas “de”, hay un tras bambalinas que no se puede desmerecer y muchas veces nos condiciona como consumidores, aunque no lo sepamos.
Los puntajes que los expertos dan cada año a las etiquetas de todo el mundo son tan importantes para las bodegas y enólogos que llegan a superar el folklore que, nosotros, simples amantes y fans del jugo de uva, no llegamos a vivenciar.
Esos simples numeritos que aparecen anualmente, son la invisible base que dará el posible precio de una etiqueta; el éxito o fracaso en consumo y exportaciones de los puntuados; un amor incondicional o la desaparición de un vino en particular; una bodega que gana nombre por sí misma y el mérito o menosprecio de un enólogo y su equipo tras años de trabajo.

Me toco estar en Mendoza la semana en la que los puntos de Robert Parker, uno de los grandes y más respetados críticos en el mundo del vino, fueron dados a conocer y me llamo la atención la intensidad con la que se vive el momento. Claro, esos valores que yo uso de guía para saber que comprar, que probar, a quien empezar a seguir o, simplemente, acumular botellas en mi cava, es para las etiquetas como el llamado a la selección nacional que todo futbolista esperaría en su vida. 

Lo primero que hice cuando vi los puntos dados fue buscar mis apreciaciones sobre los mismos vinos y comenzar a armar la lista de los tintos que “necesito” comprar para ir probando. Pero con el tiempo, e intentando tomar distancia de mi posición de fanático, me encontré viendo un enorme reconocimiento de los expertos por nuestros vinos, los vinos Argentinos.
Es increíble como los puntajes van mostrando un apasionamiento por el vino Argentino; claro, esto no es gratis, hay un trabajo de superación por parte de las bodegas y una excelencia en los nuevos enólogos (y en los no tan nuevos también).

El gran ganador fue el vino, fue la Argentina, fue nuestra esencia; pero el que sigue demostrando ser el rey y para mi gusto, el mejor enólogo de nuestros vinos, es Alejandro Vigil (@alevigilmalbec), poniendo sus creaciones en el podio de los podios y con múltiples etiquetas.
Su “Gran Enemigo Gualtallary Single Vineyard” de Bodega Aleanna es el puntaje más alto de la lista con 97 puntos, pero bien escoltado por otras etiquetas de su autoría; incluso, para mí sorpresa, de algunos blancos.
Si nuestra economía nos permite sobrevivir y los precios  se calman un poco, me tomo el atrevimiento de hacerles un par de recomendaciones. Los tres “Gran Enemigo” de Aleanna son imperdibles, al menos hay que probarlos una vez en la vida;  el Nicolas Catena, de Catena Zapata, tanto el Cabernet Sauvignon como el Malbec son dos vinazos incomparables; toda la línea alta de la bodega Casarena es un placer que se ve reflejado en los puntajes; Malbon de Passionate Wines; de Bodega Teho sus dos grandes vinos, el Teho y el Zaha que demuestran (me demuestran) y destruyen el mito de necesitar una gran bodega para hacer vinos de excelencia; y por supuesto, el mejor vino del mundo mundial, el DV Catena Nicasia Vineyard de Catena Zapata.
Para los amantes del vino blanco, hay dos bombas atómicas, tan pero tan buenos, que hasta a mi me gustaron; de Bodegas Catena Zapata el White Bones Chardonnay y el White Stones Chardonnay de la misma bodega.
Si bien hay tiempo, les recomiendo que vayan rompiendo el chanchito y haciendo los encargos de nuestra bebida nacional, porque el mundial se acerca y habrá que festejar. Nunca se olviden que no importa el ser campeón, lo importante es lo que hay dentro de la copa y quien es el que se lo toma.

Dios Toma Malbec
Juan mayou (@juanmayou)