viernes, 9 de agosto de 2013

Norte, un lugar tan porteño como el tango

Comer en el centro de la ciudad de Buenos Aires es tan mágico como caótico.
Precios, calidades, tipos de comida y ambientaciones es lo que sobra; pero ya no es un lugar de moda.
Los nuevos centros gastronómicos se han movido y esta zona quedó poblada de lugares para la alimentación de los oficinistas o de viejos e históricos restaurantes que han sobrevivido a fuerza de calidad y tradición.
Restaurante Norte, que desde hace poco más de 45 años esta ubicado en Talcahuano al 900, hace una mezcla de todo esto para salir airoso de esta nueva realidad gourmet.
Tanto el frente, como cuando se cruza la puerta, Norte nos vende un viaje a los viejos bodegones de esta bendita ciudad; decoración rústica donde el fútbol, el tango, desde hace unos meses el Papa Francisco y la España natal ganan las paredes; mesas y sillas lo mas baratas y básicas posibles; una atención rápida y con muy buena onda, pero que dista y bastante de ser extraordinaria; una carta austera u ortodoxa de vinos y muchos platos, a muy buen precio, para elegir.

A pesar de ser medio día, se comenzó con un clásico de mis inicios en el mundo del vino, un tinto de la bodega Lopez. Si bien mis primeros pasos fueron de la mano del Vasco Viejo, me tenté con un Rincón Famoso del 2007. Estaba con los días contados y llego con lo justo al final; seguramente victima de su estadía en la repisa de los alcoholes que se encuentra en la pared que da a la cocina. A pesar de todo, es un vino que sigue actual y que tiene ese incondicional denominador de todo terreno que nunca falla. Es por esto, además de la capacidad comercial de la bodega, que está en casi todos los restaurantes de la república Argentina.
El plato, de abundante cantidad y calidad, fue (o fueron, para hablar con propiedad) escalopes de lomo a la marsala con papas doradas.

No se puede esperar entrar a un bodegón porteño y que nos llegue un plato del Gato Dumas a nuestra mesa, pero aquí realmente se come bien, abundante y si se hace una relación precio calidad, estamos frente a un lugar más que recomendable.

Las porciones son servidas con exceso; por eso hay que tener en cuenta al pedir que, o se es de buen comer, o se comparte sin vergüenza. Cuando el Pastel de Papa llego a la mesa me bajo la presión. Un cuadrado del tamaño del plato y unos cinco centímetros de altura me amenazaba humeante desafiando a mi paladar y mi sanidad mental.
Como temo a pocas cosas .......... me lo comí, y todo. Pocos son los extranjeros que no se sorprenden al ver este plato que, de papa tiene poco y la carne sobra, pero estoy seguro de que lo disfrutan de igual modo que los porteños al almorzar aquí.

Pero no es comida si no hay postre, y no es postre si no tiene chocolate o dulce de leche, por esa simple verdad divina me pedí un Flan con dulce de leche. Casero sin lugar a dudas, no es el mejor que comí en mi vida, pero realmente vale la pena.

Sobre una de las paredes esta la sentencia de B.Brecht que dice "Primero la comida, después la moral". Claro que después de comer de semejante manera, la moral queda para después de la siesta.
Plato firmado por "la torre de Tandil" Del Potro que luce con orgullo una de las paredes del lugar
Dios Toma Malbec
Juan mayou (@juanmayou)

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