viernes, 6 de septiembre de 2013

Almorzando con Fidel


Caminar por las calles de la Habana tiene un encanto del realismo mágico. En todo el mundo, uno encuentra opiniones y percepciones distintas sobre una misma realidad, porque en esta vida cruel nada es verdad y nada es mentira, todo depende del color del cristal con el que se mira. En Cuba esto se potencia hasta puntos inimaginables. Hay quienes cuentan como la Habana vieja esta resurgiendo y, no tan lentamente, recupera sus tiempos de gloria. Otros cuentan como la ciudad se cae a pedazos como si viviera en medio de un bombardeo permanente. A los dos se les puede dar la razón, aunque estén equivocados.
Cuentan las leyendas urbanas, que en la década del 90 los televisores cubanos ardían ante la mirada embelesada de los isleños por una telenovela Brasileña cuya protagonista era Regina Duarte. El personaje, en la ficción, tenía un restaurante que representaba un real suceso en su vida y que llevaba el nombre de El Paladar.
Esta novela era tan popular en la isla que, dicen las malas lenguas, la vida laboral se detenía mientras el programa estaba al aire y el mismísimo Fidel Castro tenia el detalle de empezar sus discursos después del horario de dicha tira. Al aparecer, años después, los restaurantes cuentapropistas, se los bautizo Paladares en honor a esa historia que cautivo a este pueblo tan querible.
Uno de mis Paladares favoritos es el Café Laurent. Ubicado estratégicamente a mitad de camino entre el Hotel El Nacional de Cuba y el Habana Libre, este restaurante atiende en el 5to piso de un edificio en el barrio del Vedado.
Los almuerzos son extraordinarios, porque desde su terraza se puede comer mirando el mar o tener una linda vista elevada de esta parte de la ciudad, además de poder hacer frente al calor gracias a la ayuda de la brisa marina. En caso de ir a la noche, hay que tener en cuenta que se demora MUCHO en sentarse a comer si se llega sin reserva, porque esta siempre lleno.
  Si toca esperar a no desesperar, los tragos ayudan a pasar el tiempo. 
Hechos, en su mayoría a base de Ron y sin escatimar ingredientes, son un deleite para propios y extraños. Entre las cervezas, las cubanas son las más recomendables a mi parecer y los vinos se eligen según la disponibilidad de ese momento. Si bien esta vez solo había unas pocas etiquetas de las cuales el 90% eran varietales de casillero del diablo, yo he visto hasta botellas de Don Melchor en la repisa de los alcoholes. Claro que la regla es poco y de baja gama a precios altos.
Aquellos que no entienden nada de la vida y los placeres, o sea los abstemios, les recomiendo la limonada o una Tu Kola, competencia local de la gaseosa Norteamericana que nada tiene que envidiar a la original imperialista.
Para dar lucha al calor y sin mucho margen para elegir, se descorcho un Casillero del Diablo reserva Syrah rosé del 2010. Cumplidor y ágil nos acompañó en el derrotero gastronómico. Los vinos Argentinos son una bicho raro en este país; los hay, pero …….
Si bien todos los platos son recomendables en este lugar, para empezar hay dos entradas que me resultaron un par de escalones por sobre las demás.
El Gazpacho es una cosa seria, recomendable sin dudarlo. Tal vez sean los genes Españoles o el Cheff haya estudiado en la madre patria o, simplemente, le tiene la mano, pero lo cierto es que merece ser probado y disfrutado. Tal vez Sabina seria cliente, de conocerlo.
Las croquetas de la casa son una cosa de locos. La porción consta de 4 croquetas de jamón y 4 de pescado, empanadas y fritas con salsa a base de mayonesa y condimentos que son la perdición. Sea como entrada o para ir picando mientras se toma algo, son de lo mejor que he probado; al menos en este viaje, porque mi paladar tiene memoria de corto plazo y tampoco es cuestión de ir haciendo un ranking.
Las croquetas de camarón son buenas, pero están en otro escalón. Un tanto picantes y pesadas vienen en porciones de a tres, pero no creo que justifique más de una por persona. De tener que elegir, las de la casa son LA opción. 
Para un almuerzo ligero y fresco, una ensalada verde con camarones asados es una buena elección; pero yo tengo un par de platos que me gustan y mucho de esta cocina.
El pescado en salsa verde con camarones salteados al ajillo, papines y colchón de verduras es un formula uno que va bien en cualquier momento. El pescado depende de la pesca del día, por lo que siempre es fresco. Si tienen la dicha de encontrar Pargo, sepan que están de suerte, tanto por sabor como por cantidad es ganancia pura. Los camarones son del tamaño de los langostinos que nos venden en el sur del continente y están servidos generosamente. La salsa verde es una reducción de vino blanco y guisantes donde se hace la misma cocción del pescado.
El pollo caramelizado a la cacerola con puré de papas es muy rico, suave y rendidor. Se corta con el tenedor y es tan tierno que necesitamos cuidado con los huesos, porque si alguno se filtro en la porción, es probable que se deshaga en la boca.
El arroz cremoso con frutos de mar fue mí plato y solo puedo decir que me fascino. Totalmente equilibrado en sus componentes y sabroso hasta el delirio. Como es una porción abundante y no es un plato liviano, es preferible compartir la entrada o cambiarla por un postre para no morir en el intento. Es mejor para los visitantes tener el mito del sistema de salud cubano en la cabeza, que terminar en el hospital para comprobarlo.
Si bien el 10% de gratitud (nuestra propina) se incluye en la cuenta, el servicio es tan bueno que siempre se merecen un poco más; además, los precios son muy justos y ubicados, sobre todo en comparación con otros paladares, así que….. a soltar unos dólares de más y así seguir incrementando la brecha social entre los que tienen acceso al verde y los que no.
Hasta la Victoria Secret


Dios Toma Malbec
Juan mayou (@juanmayou)





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