
Caminar
por las calles de la Habana tiene un encanto del realismo mágico. En todo
el mundo, uno encuentra opiniones y percepciones distintas sobre una misma realidad,
porque en esta vida cruel nada es verdad y nada es mentira, todo depende del
color del cristal con el que se mira. En Cuba esto se potencia hasta puntos
inimaginables. Hay quienes cuentan como la Habana vieja esta resurgiendo y, no
tan lentamente, recupera sus tiempos de gloria. Otros cuentan como la ciudad se
cae a pedazos como si viviera en medio de un bombardeo permanente. A los dos se
les puede dar la razón, aunque estén equivocados.
Cuentan
las leyendas urbanas, que en la década del 90 los televisores cubanos ardían
ante la mirada embelesada de los isleños por una telenovela Brasileña cuya protagonista
era Regina Duarte. El personaje, en la ficción, tenía un restaurante que
representaba un real suceso en su vida y que llevaba el nombre de El Paladar.
Esta
novela era tan popular en la isla que, dicen las malas lenguas, la vida laboral
se detenía mientras el programa estaba al aire y el mismísimo Fidel Castro
tenia el detalle de empezar sus discursos después del horario de dicha tira. Al
aparecer, años después, los restaurantes cuentapropistas, se los bautizo
Paladares en honor a esa historia que cautivo a este pueblo tan querible.

Uno de
mis Paladares favoritos es el Café Laurent. Ubicado estratégicamente
a mitad de camino entre el Hotel El
Nacional de Cuba y el Habana Libre,
este restaurante atiende en el 5to piso de un edificio en el barrio del Vedado.
Los
almuerzos son extraordinarios, porque desde su terraza se puede comer mirando
el mar o tener una linda vista elevada de esta parte de la ciudad, además de
poder hacer frente al calor gracias a la ayuda de la brisa marina. En caso de
ir a la noche, hay que tener en cuenta que se demora MUCHO en sentarse a comer
si se llega sin reserva, porque esta siempre lleno.
Si toca
esperar a no desesperar, los tragos ayudan a pasar el tiempo.
Hechos, en su
mayoría a base de Ron y sin escatimar ingredientes, son un deleite para propios
y extraños. Entre las cervezas, las cubanas son las más recomendables a mi
parecer y los vinos se eligen según la disponibilidad de ese momento. Si bien
esta vez solo había unas pocas etiquetas de las cuales el 90% eran varietales
de casillero del diablo, yo he visto hasta botellas de Don Melchor en la repisa
de los alcoholes. Claro que la regla es poco y de baja gama a precios altos.
Aquellos
que no entienden nada de la vida y los placeres, o sea los abstemios, les
recomiendo la limonada o una Tu Kola,
competencia local de la gaseosa Norteamericana que nada tiene que envidiar a la
original imperialista.

Para
dar lucha al calor y sin mucho margen para elegir, se descorcho un Casillero del Diablo reserva Syrah rosé
del 2010. Cumplidor y ágil nos acompañó en el derrotero gastronómico. Los vinos
Argentinos son una bicho raro en este país; los hay, pero …….
Si bien
todos los platos son recomendables en este lugar, para empezar hay dos entradas
que me resultaron un par de escalones por sobre las demás.
El Gazpacho es una cosa seria,
recomendable sin dudarlo. Tal vez sean los genes Españoles o el Cheff haya
estudiado en la madre patria o, simplemente, le tiene la mano, pero lo cierto
es que merece ser probado y disfrutado. Tal vez Sabina seria cliente, de conocerlo.
Las croquetas de la casa son una cosa de
locos. La porción consta de 4 croquetas de jamón y 4 de pescado, empanadas y
fritas con salsa a base de mayonesa y condimentos que son la perdición. Sea
como entrada o para ir picando mientras se toma algo, son de lo mejor que he
probado; al menos en este viaje, porque mi paladar tiene memoria de corto plazo
y tampoco es cuestión de ir haciendo un ranking.
Las croquetas de camarón son buenas, pero
están en otro escalón. Un tanto picantes y pesadas vienen en porciones de a
tres, pero no creo que justifique más de una por persona. De tener que elegir,
las de la casa son LA opción.
Para un
almuerzo ligero y fresco, una ensalada
verde con camarones asados es una buena elección; pero yo tengo un par de
platos que me gustan y mucho de esta cocina.
El pescado en salsa verde con camarones
salteados al ajillo, papines y colchón de verduras es un formula uno que va
bien en cualquier momento. El pescado depende de la pesca del día, por lo que
siempre es fresco. Si tienen la dicha de encontrar Pargo, sepan que están de
suerte, tanto por sabor como por cantidad es ganancia pura. Los camarones son
del tamaño de los langostinos que nos venden en el sur del continente y están
servidos generosamente. La salsa verde es una reducción de vino blanco y
guisantes donde se hace la misma cocción del pescado.
El pollo caramelizado a la cacerola con
puré de papas es muy rico, suave y rendidor. Se corta con el tenedor y es tan
tierno que necesitamos cuidado con los huesos, porque si alguno se filtro en la
porción, es probable que se deshaga en la boca.

El arroz cremoso con frutos de mar fue mí
plato y solo puedo decir que me fascino. Totalmente equilibrado en sus
componentes y sabroso hasta el delirio. Como es una porción abundante y no es
un plato liviano, es preferible compartir la entrada o cambiarla por un postre
para no morir en el intento. Es mejor para los visitantes tener el mito del
sistema de salud cubano en la cabeza, que terminar en el hospital para
comprobarlo.
Si bien
el 10% de gratitud (nuestra propina) se incluye en la cuenta, el servicio es
tan bueno que siempre se merecen un poco más; además, los precios son muy justos
y ubicados, sobre todo en comparación con otros paladares, así que….. a soltar
unos dólares de más y así seguir incrementando la brecha social entre los que
tienen acceso al verde y los que no.
Hasta
la Victoria Secret
Dios Toma Malbec
Juan
mayou (@juanmayou)
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