El
maravilloso grupo de música cubana, interactivo,
tiene una canción que reza “no entiendo nada, no entiendo nada, esto es Miami?
O esto es La Habana?” La Habana es La Habana y de eso no cabe ninguna duda,
porque en lo único que se asemeja con la cuidad del shopping y las playas, es en
los cubanos que viven de ambos lados. Claro que la canción se refiere a la
cantidad de gente que esta volviendo a la isla, y en ese regresar no solo
aparecen las caras conocidas, también viene la inversión.
Porque
gran parte del lento renacer social que se ve hoy día, viene de la mano de
estos repatriados, sea físicamente o de capital; aunque no se llevan la
exclusividad.
Paradójicamente, yo estoy haciendo la cobertura de la supuesta salida record de las personas hacia otros países (léase EEUU). El tiempo dirá si se van definitivamente o si solo están aprovechando la apertura migratoria que Raúl Castro puso en marcha, para dar un paseo, visitar familiares, comprar cosas, ganar dólares y volver a la salsa y el Ron.
Cuba,
como casi toda América, fue descubierta, conquistada y colonizada por los
españoles; independencia de por medio, franceses e ingleses rapiñando y después
los Estados Unidos en una puja más que conocida, son parte de la historia en
esta isla. Al parecer, hay partes de España que se enamoran más que otras de
este lugar en el mundo y todo indica que los de Asturias se llevan las palmas.
Mirando
al Malecón, en la zona de centro Habana, en un edificio de dos plantas que
destaca por ser una joya en medio del deterioro bestial que el mar y el tiempo
han hecho en sus vecinos, se encuentra, desde 1929, la sociedad Asturiana. En
el año 2010, ante los cambios que se venían y para no quedarse afuera, abrieron
en el primer piso una taberna a la cual nombraron Castropol y atiende en un gran salón con un poderoso aire
acondicionado, o en la terraza (exclusividad para 5 afortunadas mesas), a
temperatura ambiente pero con una vista sublime.
En este
lugar se come bien sin joda y la atención es muy buena e incluso divertida,
dependiendo del mozo que toque; porque algunos de ellos son un programa en si
mismo.
La
carta es la de mayor variedad que me toco hasta el día de hoy durante mis
derroteros por el socialismo Castrista. Por ese motivo, y porque en el fondo
soy un vago, les voy a recomendar lo que creo es ineludible de esta taberna (me
encanta el termino Taberna).
La
llegada viene acompañada de un vino tinto, porque sin vino no hay comida. Ya un
poco molesto de no encontrar etiquetas Argentinas (no solo por nacionalismo,
son realmente los vinos que más me gustan), pedí lo mejor que había en la
carta. Otra vez un vino chileno de Concha
y Toro; un Marques de Casa Concha
Merlot 2010.
Le falto un poco más de frio, pero estaba excelente como siempre
y más en un país donde se esta volviendo difícil tomar buen vino.
Las
entradas son muchas, variadas y de calidad, pero tanto los royos de Salmón rellenos con queso crema y pasas de uva con salsa
dulce, como los rollos de jamón serrano
rellenos de queso crema con cilantro son una obra de arte. Ojo que pedimos
una porción de cada uno y, entre tres, nos tocó un tremendo misil (expresión
local, yo nunca seria tan chabacano) que si se es de poco comer puede dar
cuenta de uno.
Después
llegaron los platos; el primero fue un Pargo a la sartén con salsa de pesto. Sabroso y
suculento, nada sobrecargado y con el pesto que aportaba sabor sin desmedro del
pescado. De porción abundante y elegante.
El
segundo plato fue otro Pargo, pero este estaba preparado con una costra de
almendras y frutos secos con salsa de alcaparras; el mundo se detuvo, un pecado
perdérselo.
Yo, de
original nomás y por recomendación del mozo, fui a por un pescado ibérico que
no era Pargo, era un Aguají. El Ibérico era el pescado hecho a la plancha, con
crocante de jamón serrano, todo sobre un colchón de cebollas al vino tinto.
Hace falta que les haga algún comentario? Solo puedo decir dos cosas, si su
vida, en algún momento, tiene un punto de encuentro con esta isla, vayan a comer
a esta taberna y lo otro que les quería decir es que si así cocinan los
españoles fuera de España, entonces soy yo el que tiene que ir a la madre
patria a entrar el diente; porque ahí, seguramente, vino no va a faltar.
El
postre fue anecdótico pero sabroso; un Cheesecake al que solo probé porque
cuando metí la cucharita casi me arrancan los dedos, así de bueno estaba.
Me fui
esquivando obreros (en la planta baja están por abrir una panadería artesanal)
y pensando en como convencer a mis jefes para pasar unas semanas trabajando en
la tierra de nuestros descubridores, algo ya se me ocurrirá, mientras tanto ……
a seguir gozando.
Dios Toma Malbec
Juan mayou (@juanmayou)
Juan mayou (@juanmayou)