Cada
uno tiene un sueño, un ideal, una fantasía.
Para algunos es tener un bar en la
playa, para otros unos viñedos en la montaña, para la mayoría es volverse millonarios y
no trabajar más (solo los políticos lo logran); pero para mí, es ser el dueño
de una vinoteca – restaurante como Cavist tiene en Brasil.
Si bien
ya tienen cuatro sucursales; la que está enclavada en Ipanema, Río de Janeiro,
es la materialización de mi fantasía laboral. Una casona de dos plantas da vida
a este maravilloso concepto de Vinoteca – Restaurante. Sí, te vendo el vino y
además te doy de comer.
Cuando
se cruza la puerta, uno puede encontrar un pequeño salón en forma de ele, con
no más de 8 mesas y un pasillo que da lugar a la vinoteca; para comer lo mejor
esta en la planta alta por el ambiente y la intimidad, además de una terraza
espectacular que da a una gran plaza.
El
santuario etílico, representa el 70% del espacio que tiene la planta baja y le da esa
magia a este sitio en Brasil que muchos soñaríamos con encontrar en Argentina a
la hora de ir a comer. El sistema es muy simple, el lugar no necesita una carta
de vinos; directamente se elije la botella a beber entre blancos y tintos de
Argentina, Chile, Brasil, Estados Unidos, Francia, Nueva Zelandia, Australia,
Sudáfrica e Italia y te la llevan a la mesa unos minutos después con la
temperatura justa. Si me quedó algún país y sus etiquetas sin nombrar, es
porque tenía tanta adrenalina corriendo por mi cuerpo que por momentos se me
nublaba la vista y me faltaba el aire por ver tantos buenos vinos juntos de
tantos países diferentes.
Los vinos, no tienen recargo en el precio por ser tomados en el restaurant; es decir, uno paga lo mismo por comprar la botella en la zona “vinoteca” para llevar a casa, que para tomarlo en la mesa de la zona “restaurant”; eso es un alivio, porque la recarga impositiva que tienen los vinos y sobre todo los Argentinos (según tengo entendido el arancel es del 65%), hace que los números sean dolorosísimos a la hora de disfrutar una botella de nuestra bebida nacional.
Como
llegaba la entrada y el vino se había ido más rápido que proyección de Di María,
hice una nueva incursión a la Cava y siendo fiel a mi paladar, fui a por otro Malbec, esta vez
un Zuccardi Q del 2011. Debo admitir que los vinos de esta bodega, en lo
personal, cada vez me gustan más y fue una gran revelación para los NO
Argentinos que me acompañaban. Un extraordinario embajador de nuestros vinos y
en particular del Malbec.
La
entrada fue una Burrata (un queso consistente por fuera y cremoso por dentro)
que rondaba la perfección; en su momento justo, ni dura ni blanda, una
MARAVILLA con oliva y albaca que desapareció junto a las tostadas de pan
francés con aceite de Oliva y ajo que la acompañaban.
Casi al
mismo tiempo llego el Carpaccio de Rosbif con mostaza de Dijon que mostraba
estar la altura y que termino de ser el perfecto compañero de nuestro tinto,
que también desapareció.
Los
platos principales tardaron en llegar lo justo y necesario como para que, una vez más,
bajara y eligiera la tercer botella a ajusticiar.
Esto demuestra lo saludable de nuestra bebida nacional, porque el ejercicio que hice esa noche .......
Ante los reclamos por mi
nacionalismo o poca objetividad en vinos, además de la insistencia del
sommelier por dejarme tentar con algún transnacional (la verdad me trato de
enchufar un vino Brasilero y lo mande a la mierda), simplemente me cague en
todos, hice lo que mejor hago que es lo que yo quiero y quemando las naves pedí
un Angélica Zapata Cabernet Sauvignon 2009 que valía más de tres veces el valor
que solemos pagar en Buenos Aires. Angélica, una dama elegante, educada,
equilibrada y descomunalmente linda (la amante perfecta, la que todos quieren), fue la encargada de
provocar el silencio en la mesa y el gozo culinario de los platos principales.Esto demuestra lo saludable de nuestra bebida nacional, porque el ejercicio que hice esa noche .......
Los
Fetuccine a los cuatro quesos envueltos en Parma estaban realmente deliciosos,
una bomba gastronómica difícil de digerir en una noche normal, pero con un buen
vino Argentino en la copa y siendo consiente de que lo mejor es volver
caminando a casa, hotel, casa rodante o auto estacionado en Copacabana es una
opción maravillosa; una delicia.
Si por
pastas vamos y necesitamos algo más controlable pero de igual grado calórico,
los Fetuccine con Ragú de chorizo de jabalí son soberbios. De verdad
maravillosos. Un plato que pide a gritos un vino a la altura. Este dato me dio
a fantasear un chef creando la carta según los vinos del lugar. Cosa imposible teniendo en cuenta la cantidad y variedad de etiquetas que Cavist ofrece.
Otra
gran selección del menú y que con el Cabernet Sauvignon parecían amantes conocidos,
es el File Mingón con risotto de Brie y crocante de Parma. La carne en su
punto, tierna y sabrosa (no muy común en Río), el risotto excelente y el toque
del crocante de Parma dando un plus de sabor y textura, lo hacen uno de mis
platos favoritos del lugar.
Como el
dicho sentencia que “no hay dos sin tres” (esta vez no se nos dio, será la próxima), pensé que también era valido para un
“no hay tres sin cuatro” y fui por ultima vez a la cava a elegir un vino para
el postre, porque no me quería quedar con una resignación frustrante parecida a
la de Robben con Mascherano por no tener mi tinto de despedida.
Así fue
que, con cargo de conciencia por no escuchar el clamor popular, di el brazo a
torcer (pero no tanto) y elegí un Cabernet Sauvignon Chileno de la bodega
Undurraga. El T.H. (Terroir Hunter) 2011 del alto Maipo fue un cierre genial
para acompañar lo dulce de la velada; porque con algo tenía que intentar endulzar ese fin de jornada.
La
noche la cerro un Petit Gateau de Nutella con helado de vainilla sobre un
praliné de almendras, que estaba muy bien. Nada para volverse loco, pero un muy
rico postre.
Claro que mi favorito fue la Mousse de chocolate con crema
inglesa, ese sí fue un postre genial. Cremoso y no empalagoso que de solo recordarlo
me dan ganas de volver; podría decir que, para los fanáticos del chocolate, es un
postre personal no apto para segundas cucharas.
Es
necesario tener en cuenta que los platos son de porciones generosas y que
siempre es mejor compartir y variar, a morir haciéndose el macho. Sobre todo si
se quiere hacer entrada, plato y postre.
La copa
del mundo termino. Gozamos, disfrutamos y casi pudimos darnos el lujo de dar nuestra
tercera vuelta olímpica en el estadio Maracaná. Para muchos una frustración, una desilusión o una tristeza; pero en honor a la
verdad, mis queridos hermanos, nosotros les estamos dando la oportunidad de
brindar con el mejor vino del mundo, el Argentino. Eso sí, para brindar con
copa, o se la pedimos prestada a los Alemanes, o esperamos otros cuatro años a ver que pasa.
Dios Toma Malbec
Juan mayou (@juanmayou)
Juan mayou (@juanmayou)